Se agarra a mi pecho y lo comprime, cada día que pasa más aprieta, más cuesta, permanece en mi mente, en cada brisa susurra un nombre, en cada nube gris se forma un rostro que me atrapa, invade mi cabeza mientras intento estudiar, se cuela en mis recuerdos y hace que me pierda viendo el atardecer entre las ventanas de la biblioteca. Dolor que está, que permanece pero que cada día más me acostumbro y así entra a formar parte de mi rutina hasta desaparecer.