martes, 26 de julio de 2011

La misma.

A mitad de verano, una noche, nos hartamos de marisco en un restaurante junto al mar y permitimos que pagara Oliver como primer plato de nuestra venganza.Cuando nos levantamos, el vino blanco había mandado a dormir a nuestras neuronas. Escogimos un bar con aceptable música latina y fuimos sumando copas. Laura dejó ir sus manos y se abrazaba a Oliver con cualquier excusa e incluso sin ella.Se le olvidaba  el comportamiento anterior de Oliver, sus largas manos y su atracción a toda chica,mujer o señorita, única condición ,ser bonita.

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