domingo, 18 de marzo de 2012

Mi corazón

Cuando te levantas un día y sientes tu vida desmoronarse y no sabes por donde agarrarla parar frenar esta caída de pilares que creías sólidos, que pensaste que no caerían que siempre estarían ahí, los ves, sabes que existen,pasas continuamente a su lado, a veces chocas con ellos, pero sigues sin prestar atención, ¡¡Que más da, solo son columnas!! No te planteas que pasaría con su ausencia.
Si no se cuida la estructura base, todo el tejado caerá, y habrá que empezar de cero, necesitando tiempo y dedicación y puede que ni siquiera puedas reutilizar esa base principal, que la caída haya sido tan dura , tan desastrosa que estén hechos añicos y necesites otros nuevos pilares, pero no unos cualquiera, unos sólidos, que aguante lo que el anterior, que ocupe su lugar, construyendo sobre lo derruido aunque en el suelo queden las marcas del anterior pilar y cueste empezar algo sobre un suelo ya machacado, corrompido y lleno de imperfecciones.
 Y aparecen los obreros, los que ayudan a que el suelo quede liso y tan perfecto como en sus comienzos y de ahí partir a construir.
Ellas han sido mis obreros este fin de semana:


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